Así le decían, y razón no le faltaba ya que era impresionante verlo volar, en cada comba subía mas y mas, el zumbido de sus flecos hacían temblar el cielo y los dos vidrios que llevaba en sus esquinas era el terror de cualquier otro intruso que quisiera cubrir su espacio, la pila amarrada en la cola de tela le daba el equilibrio para dejarlo quieto como un picaflor. Se había ganado ese nombre a punta de puras peleas y no conocí otra cometa que pudiera con el barrilete de mi hermano Hernan, Es una de las cosas con las que mas lo recuerdo antes de que Dios se lo llevara y lo que mas me gustaba es que me enseño hacer mi propia cometa. En mis barrios altos solo habían dos lugares donde comprarlas, uno era donde la sra. Olguita mama del gran goyito ( una trome haciendo pandorguitos) y el otro era en el solar de la Reja, por jr. mainas en el segundo patio al fondo, pero lo malo era que se acababan muy rápido y teníamos que esperar a que hagan mas y a veces eso demoraba mucho y todos queríamos salir a volar en la pampa. Por eso no me quedo otra que aprender hacerlas, con el tiempo me fui convirtiendo en todo un ingeniero de cometas y cada vez las construía mejor. Sabia que tipo de zacuara tenia que usarse, el papel de cometa lo cambie primero al de seda y luego al plástico, el engrudo paso a la goma blanca y luego a la cinta adhesiva, del hilo, al pabilo, para terminar en nylon, ya no le ponía vidrio roto en la punta y en las alas , sino la mitad de una hoja de afeitar, es decir fue sufriendo las transformaciones según las peleas que debía tener en la pampa.
En mas de una oportunidad vi al Rey de los Aires , bajar con todo el papel roto desde el cielo por los encuentros que tenia con alguna pava cantora, una estrella ( la mas temida de todas , porque llevaba cinco puntas, por lo tanto cinco vidrios) o un avión que con la punta de lanza te mataba, y con mucha paciencia mi hermanito se lo llevaba a la casa y lo colgaba detrás de la puerta en un clavito, para ir a comprar papeles nuevos y prepararlo para la próxima pelea. Casi siempre le escuche decir, el día que te bajen ( era el termino que usaban para reconocer que perdías tu cometa por que te cortaban el pabilo o te enganchaban los tirantes y el retador te la podía bajar y ya no hacías nada, era de el que ganaba) tu cometa no llores, si la puedes alcanzar bien y sino déjala ir. Aprendí junto con mis grandes amigos Willy ( el viejo) y Wachi ( el chato) a bajarnos cometas, construyendo trampas con pilas amarradas a una pita, la lanzábamos desde el piso con fuerza y esta cruzaba, por el pabilo dándole peso y ya era nuestra, lo único que hacíamos después era cambiarle el color de papel y ya teníamos cometa nueva para las peleas.
Paso el tiempo y se fueron los dos mi Hermano y el Rey de los aires, no quise saber mas de cometas, las llegue hasta odiar, hasta que nació mi primer hijo Luisk y le conté esta historia, porque me pregunto que me gustaba hacer cuando era chiquillo y a que jugaba. Decidí que viviera esa experiencia de volar cometa, mandarle mensajes al cielo ( que era romper una hoja de cuaderno, hacerle un hueco por el centro y pasarla por el pabilo y dándole comba hacerla llegar hasta la cometa). No se imaginan cuanto camine para buscar los materiales, habían pasado muchos años desde la ultima que arme, llegue hasta la av. Venezuela y encontré zacuara, ( las originales se hacían de ese material y uno encontraba bastante en el rió rimac) por que las cometas que vendían ya estaban hechas todas de plástico, en el mercado conseguí bolsas de colores y con una paciencia impresionante fui cortando cada una de ellas y las fui pegando formando un solo pliego, me quedo combinada y de colorines, cogí el pabilo y lo frote en una vela de cera, para hacerlo resistente y con mucho cuidado en la sala de mi casita y con mi hijito al costado viéndome y hasta pasándome lo que le iba pidiendo, arme el pandorguito mas grande y hermoso que había visto, no usaba cola sino flecos también de bolsas plásticas, esta vez no tenia cuchillas ni nada que lo protegiera , por que ya no habían peleas, me quede hasta tarde acabándolo , mientras todos se iban a dormir, no se a que hora termine, lo único que se es que lo logre y que desde el cielo alguien se estaba sintiendo muy orgulloso de mi, me quede contemplándolo hasta que me venció el sueño y me fui a dormir, al día siguiente salimos en la tarde al parque de los tubos de federico barreto a volar la cometa, fue sensación entre los niños del parque, recuerdo la carita de mi hijo al ver como se elevaba y como poco a poco iba tomando altura, los flecos se movían al ritmo del viento como si fueran cabellos, el plástico zumbaban que parecían silbidos y cuando estuvo muy, pero muy arriba le di la madeja de pabilo envuelto en una pequeña caña para que lo volara, les juro que esa fotografía no me la puedo sacar de la cabeza y retrocedí en el tiempo y me vi chiquillo haciendo lo mismo, Le explique para que servían las combas y como se hacian, cuando tenias que soltar la pita si es que te atacaban y como podías chapar la otra cometa por lo bajo o cortar el tirante para que se la lleve el viento y se pierda. No se quien estaba mas entusiasmado si el o yo, lo ultimo que le dije fue, si ya no la quieres hacer volar y te cansaste de jugar con ella, no la botes o la dejes olvidaba, mejor desarmala o has como hice con mi ultima cometa que tuve de muchacho, la puse frente a mi y la fusile a pedradas junto algunos amigos en la escalerita que daba al corazón de jesus, para que nadie mas la toque. Con el tiempo fue creciendo y el pandorguito se desarmo de ahí paso a mejor vida. Con el tiempo comprendí y me dejo algo muy bonito de todo esto , yo conocí al " Rey de los Aires" y le di vida al "Príncipe del Viento".
Carlos Antonio.